La triple discriminación


Ayer mientras echaba un vistazo a noticias sobre trato discriminatorio en muchas de sus múltiples variantes, me encontré con una que presentaba a Noemí González, una mujer emprendedora, empresaria y madre de tres hijos, que dirige desde 2016 una empresa de formación en estética en la que se han formado más de 2.000 alumnas en varias ciudades de España. Hasta aquí todo normal, salvo por el hecho de que Noemí es una mujer gitana, lo cual ha convertido su camino hacia el éxito empresarial en una cuesta arriba salpicada de constante racismo y discriminación.

Noemí cuenta como lo ha sufrido en todas las etapas y facetas de su vida, desde que estaba en primaria y su profesora la ignoraba o directamente le decía que por ella se podían morir todos (los gitanos), cuando sus compañeros y compañeras empezaron a hacerle bullying, cuando una vez todos los niños en una piscina pública salieron corriendo al enterarse de que era gitana, o posteriormente en el entorno laboral, en el que aguantó comentarios racistas en silencio porque vivió de incógnito ocultando su etnia, hasta que todo se descubrió y fue primero marginada y finalmente despedida.

Hablamos pues de un tipo de discriminación directa, porque es evidente que esta mujer recibe un trato menos favorable por razón de su origen étnico, a veces expresado de forma abierta, donde podríamos incluir todas las declaraciones explícitas con prejuicios hacia la etnia gitana que ha tenido que soportar en su vida ("ha entrado una gitana en la tienda, a ver si roba", "salid de la piscina, hay una gitana", etc), y a veces de una forma más oculta, por ejemplo las experiencias de exclusión que ha vivido en el trabajo o en la escuela por parte de la población no gitana, aunque en todos los casos parece una discriminación muy evidente y fácilmente identificable.

Esta discriminación étnica que sufren las mujeres gitanas muchas veces es solo una de las patas de la estigmatización que sufren, en un fenómeno conocido como la triple discriminación, que engloba además la discriminación de género y unas condiciones económicas generalmente desfavorables, lo que dificulta su integración y participación plena en diversos ámbitos, incluyendo el educativo, laboral y social.

Para abordar esta realidad preocupante, creo que sería necesario adoptar un enfoque integral que reconozca y aborde la intersección entre género, etnia y condiciones socioeconómicas. Esto implica políticas y programas que promuevan una educación inclusiva y el empoderamiento económico de las mujeres gitanas, como en el caso de Noemí, que pudo montar su empresa con el apoyo del programa “Acceder”, para la Inserción laboral de la comunidad gitana y promoción de la mujer, de la Fundación Secretariado Gitano.

Otras medidas a adoptar serían el fortalecimiento de la legislación y las políticas de igualdad de género y antidiscriminación, y el fomento de la sensibilización y la educación pública sobre las realidades y desafíos que enfrentan estas comunidades. También considero fundamental involucrar a las propias comunidades gitanas en el diseño e implementación de estas iniciativas.

Solo mediante un enfoque integral y colaborativo por parte de gobiernos, organizaciones de la sociedad civil y la sociedad en su conjunto, se podrá avanzar hacia una sociedad más justa, inclusiva y respetuosa.


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